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sábado, 30 de diciembre de 2017

El zapatismo, verdadero foco de resistencia al salinismo


Presentación

La postulación de María de Jesús Patricio Martínez (Marichuy), como posible candidata independiente por parte del Concejo Indígena de Gobierno a la presidencia de la república, despertó en ALGUNOS sectores de la izquierda partidista reacciones llenas de ignorancia, desprecio y franco racismo. En sus más burdas formas, estas reacciones afirman que esta iniciativa política es un mero invento del EZLN que, a su vez, habría sido parido por el insondable y prolífico útero de Carlos Salinas de Gortari para evitar que Andrés Manuel López Obrador y MORENA ganaran las elecciones del 2018.

En este artículo, que Javier Hernández Alpízar generosamente compartió con Homo vespa para su difusión, se explica de qué forma el movimiento indígena fue traicionado, hace décadas, por esa izquierda partidista y como esa izquierda se ha beneficiado directamente de las luchas políticas protagonizadas por las comunidades indígenas.

Es innegable que entre los seguidores de base de las propuestas del Concejo Indígena de Gobierno y de MORENA abundan personas valiosas y conscientes de la explotación, precariedad y depredación bajo la que vive el pueblo mexicano. En ambos grupos también es evidente la urgencia, casi desesperada, para encontrar una salida a el régimen de muerte que nos azota.

Sin embargo, como nos muestra Hernández Alpízar, también es innegable que AMLO y la élite política que se ha agrupado alrededor de él optaron, desde hace muchos años, por una política pragmática basada en alianzas con varios de los sectores más reaccionarios y explotadores de la sociedad mexicana. En efecto, si los seguidores de base de una y otra iniciativas no son lejanos en sus motivaciones, las formas, estrategias, fines y postulados de quienes toman las decisiones en MORENA son diametralmente opuestas a las defendidas por el Concejo Indígena de Gobierno y su vocera.

Luis Ramírez Trejo

El zapatismo, verdadero foco de resistencia al salinismo


Por Javier Hernández Alpízar



La historia del EZLN es larga, pero podemos retomar algunos momentos importantes que ayudan a deshacer el entuerto de la propaganda negra contra los zapatistas, propalada por el voto duro de AMLO y otros malquerientes del zapatismo: la calumnia de que son marionetas manipuladas por Salinas. (Además del racismo implícito en la idea de que son meras marionetas los miles de indígenas que se han manifestado en las semanas recientes en apoyo a la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, Marichuy).

Lo primero es el alzamiento del 1 de enero de 1994. Fue el hecho que impidió que Salinas de Gortari terminara triunfante su sexenio, con la entrada en vigor del TLCAN (NAFTA) y la propaganda que pretendía presentarlo como un Gorbachov mexicano. Con su declaración de guerra, los zapatistas derrumbaron la imagen mediática de Salinas y permitieron que recobrara el aliento el antisalinismo e incluso se recuperó la izquierda, que había iniciado enfrentando al fraude que la marginó de la presidencia en 1998, pero se había venido desinflando ante el empuje del equipo neoliberal en Los Pinos y la complicidad panista.

Salinas de Gortari y su equipo (Colosio, asesinado por el mismo sistema, Camacho Solís, luego asesor de AMLO, Aspe Armella, alguna vez asesor de una delfín de AMLO: Marcelo Ebrard (salinista del equipo de Camacho), Ruiz Massieu, también asesinado por el mismo sistema al que sirvió), al finalizar el sexenio salinista, tenían la expectativa de gobernar por sexenios pero el alzamiento zapatista desmoronó sus esperanzas. Zedillo fue improvisado como candidato priista y se benefició del sentimiento de culpa y el miedo a la guerra que generó el asesinato de Colosio, pero no pudo mantener la hegemonía priista y ante la insistencia perredista de mantener a un candidato por siempre (Cuauhtémoc Cárdenas) los beneficiarios de la “alternancia” fueron los panistas, con Fox.

La imagen de Fox era al inicio la de un “héroe nacional” que había logrado sacar de Los Pinos al PRI, el principio de su derrumbe fue muy pronto con la Marcha del Color de la Tierra con la que los zapatistas y el CNI exigieron que se cumplieran los Acuerdos de San Andrés. Los indígenas fueron traicionados por la alianza Cevallos (PAN)- Ortega (PRD)- Bartlett (PRI), y eso llevaría a los zapatistas a tomar la ruta de la autonomía en sus comunidades y el anticapitalismo a nivel global y nacional.

La cesión del poder ejecutivo priista al PAN (y en la capital mexicana al PRD) fue resultado no sólo del descrédito del PRI (cuya cristalización fue en gran medida resultado del alzamiento zapatista) sino de una reforma electoral con la que el Estado mexicano incluyó a los partidos de oposición como parte de un sistema de partidos (hoy una partidocracia) emergente ante el desafío zapatista: se beneficiaron PAN  y PRD, el primero con la presidencia de la república(Fox y Calderón) y el segundo con el gobierno del DF (hoy Cd Mx: Cárdenas, Robles, Obrador, Encinas, Ebrard y Mancera). Las negociaciones llevadas a cabo en la calle Barcelona , en la Ciudad de México, fueron realizadas, en el caso del PRD, primero por Porfirio Muñoz Ledo y al final por López Obrador. Los partidos recogieron el fruto de la sangre zapatista, la apertura del sistema a que ellos pudieran ganar elecciones, pero luego traicionaron al zapatismo al rechazar los Acuerdos de San Andrés, primeros acuerdos en una ruta de paz con el EZLN, y para cuya negociación incluyó éste a muchos otros indígenas de México, proceso que daría origen al actual Congreso Nacional Indígena, CNI.

Los zapatistas rompieron desde entonces con la clase política y se dedicaron a construir la autonomía en sus territorios, comunidades y pueblos, haciendo válidos en los hechos los Acuerdos de San Andrés. Estos procesos de autonomía y autogobierno han sido impulsados por comunidades y pueblos indígenas en diversos territorios mexicanos: son formas de resistencia pero también de propuesta para un México postcapitalista. La autonomía de las comunidades zapatistas es muy diferente a las de otras comunidades indígenas, pero tienen lazos de hermandad, expresados en una lucha conjunta como CNI. Los indígenas mexicanos no proponen separarse de México, su forma de autonomía es diferente a la catalana o la mapuche (no decimos mejor ni peor: diferente). Además, han ido avanzando en una propuesta de poder popular autoorganizado desde abajo que no pretende quedarse como comunidad utópica local o regional sino que desafía al sistema capitalista y al Estado mexicano con una manera alternativa de producir su vida y su mundo. Este desafío lo ha mantenido siempre el EZLN, pero de todos los actores que se han mantenido cercanos, son los indígenas quienes mejor han avanzado en un proceso autoorganizativo de resistencia y de lucha. Por ello son el núcleo alrededor del cual se teje la propuesta de lucha actual.

Es irónico que calumnien a los zapatistas quienes se han beneficiado de su lucha y de sus muertos; primero con un aire de refresco a una izquierda que estaba en la lona en México tras el fraude de 1988 y el derrumbe del Muro de Berlín en 1989; luego, con la reforma electoral que les abrió el paso a gobernar la Ciudad de México, en donde los gobiernos de izquierda han sido eficientes administradores del neoliberalismo, en favor de empresarios del salinismo como Carlos Slim.

Irónico, además, que acusen de salinismo o de priismo a los zapatistas, los seguidores de AMLO, quienes han hecho sus candidatos y han llevado con su voto a una gran cantidad de priistas, muchos de ellos salinistas o zedillistas, como Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Marcelo Ebrard, Juan Sabines, Ángel Aguirre Rivero (sus manos manchadas de sangre normalista ya, cuando AMLO lo apoyó para gobernar Guerrero), Gabino Cue, Lázaro Cárdenas Batel, Narciso Agúndez y Leonel Cota Montaño, Manuel Bartlett, Dante Delgado, Ricardo Monreal. Incluso son responsables de llevar al poder a otros políticos de extracción no priista pero cuyas trayectorias han sido favorables al priismo, como Miguel Ángel Mancera y Rosario Robles.

Los calumniadores del EZLN lo cusan de complicidad en el fraude de 2006, pero es falso. En cambio, los operadores del fraude de ese año, del equipo del Elba Esther Gordillo, fueron aliados de Morena en la más reciente elección en el Estado de México y no se descarta que lo sean en la elección presidencial de 2018, pues López Obrador ha dicho respecto de Gordillo, que “no hay que hacer leña del árbol caído”. Otros calumniadores repiten la mentira de que el EZLN llamó a no votar en 2006 y 2012, lo cual es falso, el EZLN jamás ha llamado a no votar, ha hecho fuertes críticas en 2005 y 2006 (y antes y después) al PRD y a López Obrador, críticas acerca de las cuales el tiempo les ha dado la razón a los zapatistas.

Actualmente el Congreso Nacional Indígena (del cual el EZLN forma parte) ha constituido un Concejo Indígena de Gobierno (cuya vocera es María de Jesús Patricio Martínez) que propone dar un paso adelante en la organización y la lucha anticapitalista en México y el mundo. Comenzando por López Obrador mismo, los calumniadores han resucitado su manido argumento de que todo es para quitarles votos y algunos de los más fanatizados seguidores del eterno candidato se han sumado a una campaña racista, misógina y de desprecio clasista contra la vocera del CIG, una luchadora social de toda la vida, indígena nahua.

Irónicamente, el verdadero heredero del liberalismo social que preconizó Salinas de Gortari es López Obrador (por algo varios connotados salinistas han sido tan cercanos al candidato de Morena), y en recientes propuestas, so pretexto de oponerse a Trump, Obrador ha reivindicado el TLCAN (NAFTA), máxima obra de Carlos Salinas de Gortari, y ha propuesto dar más entrada a las mineras canadienses, cuya  política criminal destruye comunidades y territorios en diversas zonas geográficas mexicanas.
Es claro que para cualquier persona que se informe en fuentes verídicas y juzgue de buena fe las cosas, el zapatismo y sus aliados cuentan entre los más consistentes opositores al neoliberalismo salinista y sus proyectos de devastación social y ambiental.

En contraste, Obrador, más allá de usar la bandera nacionalista (el petróleo, por ejemplo), ha sido el impulsor de las candidaturas exitosas de muchos de los operadores de la devastación social y ambiental en México. Nada anuncia que AMLO  vaya a cambiar, y sus seguidores siguen usando la calumnia de manera sistemática.

Oponer los hechos verdaderos a esas calumnias es parte de un sano ejercicio de memoria y de capacidad crítica.

Es, entre otras cosas, porque esa izquierda neoliberal encabezada por el PRD y ahora por Morena, no representará jamás los intereses de quienes defienden el territorio de la devastación capitalista, por lo que hay una propuesta diferente con el Concejo Indígena de Gobierno y su vocera Marichuy, impulsados por el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno.

Toda la información resumida en este artículo puede ser investigada y verificada, si se tiene la paciencia de ir a archivos hemerográficos, algunos de antes de los archivos on line. Descubrir la verdad y no dejar que la cambien por falsedades los propagandistas es un acto necesario de conciencia.


Foto: Javier Clériga (Xavotencatl)


lunes, 25 de diciembre de 2017

Ayers Rock


Ayers Rock


A los cuatro años se tienen certezas envidiables: la leche tibia da sueño; no existen números después del 30; el agua es un desconcierto de gotas que salta de la tina; el mundo huele a los brazos de la madre, al abrigo del padre, al rincón en que se juega.

‭Cachetes llega al parque con sus botas azules repletas de dibujos de tiburones, algas y pulpos. Brillan: son plásticas, submarinas y relucientes. No hay tifón, tormenta o huracán que las amedrente. Debajo del brazo, el pequeño lleva una caja plateada con el Quijote grabado en la tapa que sirve para guardar especímenes de plantas a las que algún día dará nombre. Regalo de la fortuna, hoy la caja resuena con 10 cochecitos: Lamborghini, Fórmula Uno, Porsche, entre otros, se agitan en un escándalo metálico en el vientre que los contiene.

‭Es tarde. El parque está solo. Las resbaladillas y los columpios son aventuras conocidas. En un extremo yace una montaña de tezontle, ese hueco remedo de piedra tan lleno de aire que parece haber sido soplado por algún dios travieso. Al pie del promontorio, Cachetes abre los ojos como si en ellos se descubriera de nuevo el asombro. El niño no duda: recuerda bien las fotos de un libro viejo, algún documental en video. Frente a él, se yergue el Ayers Rock: un enorme monolito que se levanta como un fósforo en el desierto quemado de Australia. Una cabeza de fuego en el medio de la hoguera. 

‭Con sus coches bajo el brazo, Cachetes corre por la falda encendida de la montaña. Intrépido asciende, evita con un movimiento de zigzag a los canguros de los alrededores. Se cae una, dos, tres veces. Se levanta en un respiro. La pendiente es pronunciada. El niño avanza lento; no se detiene. Mientras escala, recuerda a los hombres semi-desnudos con extraños dibujos blancos en el cuerpo que vio en el documental. Ellos contaban que el Ayers Rock en realidad se llama Uluru y es la morada de Uonambi, la serpiente arcoiris cuyo cuerpo está hecho de un tiempo que sólo se encuentra en el lugar de los sueños. 

‭Cachetes no necesita entender para saber que Uonambi espera agazapada en el fondo de la montaña de tezontle del parque de su casa. Con un salto ágil, el chico por fin alcanza la cumbre. En el punto más alto, la caja cae y los cochecitos escapan por las cordilleras en cabriolas de infinitos colores. Es Uonambi que sale de su escondite: saluda de mano al niño y deambula sonriente por la casa en que ha vivido por miles de años.

‭Las manos pequeñas persiguen al pardo oscuro del Porsche, al azul intenso del Lamborghini, a la estela multicolor del Fórmula Uno. El tezontle vuela; Uluru ríe; Cachetes se revuelca: Uonambi le habla al oído. Los colores invaden cada despeñadero, cada colina, cada hondonada de Uluru. La tarde se extingue. El viento enfurece y la noche acecha. El pequeño escucha el llamado de la madre. Debe regresar con prontitud. Toma su caja, recoge los coches, y se desliza por la ladera de la montaña. Cuenta sus juguetes con rapidez. Se percata de que falta un auto. Busca, revuelve, cuenta una y otra vez del uno al nueve.   

‭El niño examina con atención la montaña. En el lado derecho descubre al extraviado; como dibujando coordenadas, sus ojos nuevos precisan perfectamente donde está el Porsche. Cachetes mira de reojo al montículo de piedras rojas bajo el cual yace el coche apenas perceptible. Quiere recogerlo pero se detiene en el último momento. Guiña un ojo a Uonambi y voltea a otro lado con la firme convicción de olvidar al Porsche. Otro niño descubrirá su color. 

‭Cachetes regresa a casa: sabe que tiene nueve cochecitos en su caja, que siempre tuvo nueve, que nueve es el único número que existe esa tarde. El sol en retirada asiente. Él sabe que a los cuatro años se inventan las certidumbres que valen la pena. No hay mejor certeza que la de enterrar tesoros sin darse cuenta donde.



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martes, 5 de diciembre de 2017

Concejo Indígena de Gobierno: la voz de todos

Concejo Indígena de Gobierno: la voz de todos

La postulación de María de Jesús Patricio Martínez como vocera del Concejo Indígena de Gobierno y aspirante a la candidatura independiente a la presidencia de México en las elecciones de 2018 es una acción política que —lejos de concentrarse en la toma del poder por la vía electoral— tiene como objetivo conectar cientos de voces disidentes en todo el país. En el proyecto «Concejo Indígena de Gobierno: la voz de todos» recogemos el testimonio de algunas de estas voces. Una decena de integrantes del Congreso Nacional Indígena y algunos de sus más significativos aliados nos cuentan acerca de las motivaciones, particularidades y perspectivas de este proceso de invención política sin precedentes en México.



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